viernes, 16 de mayo de 2008

Cuentos Meta: DULCE DESPERTAR SIN COBERTOR

Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.

¿Qué me ha ocurrido?, pensó. Es la primera vez en mi vida que me despierto con el cobertor a punto de resbalar al suelo, y este hecho me alegra, pues el dichoso cobertor que tejió mamá siempre me molesta. Ha sido un dulce despertar, si señor.

Luego, más tarde incluso, papá y mamá quisieron entrar en la habitación de Gregorio Samsa, pero este, aterrado ante la posibilidad de que vieran el cobertor por los suelos, no les dejó entrar. Vino el apoderado, y tampoco le dejó entrar, ¿qué pensaría si viera el cobertor por el suelo? Y así se fue liando la cosa y al final el Gregorio terminó en la cárcel por algún asunto de archivos o de registros incorrectos, o incompletos, o vete a saber.

Silla Jotera

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